Horizonte vacío by Daniel C. Narváez

Horizonte vacío by Daniel C. Narváez

autor:Daniel C. Narváez
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
publicado: 2017-07-04T22:00:00+00:00


14

Helena conducía de manera agresiva. La ventanilla medio abierta revolvía su cabello en un torbellino. «Tiene el aspecto de Medusa» pensó admirado Jukka. Adelantaba los camiones con seguridad y aceleraba al pasar a su lado. Habían acordado que cenarían en Alicante, y parecía tener prisa por llegar.

Jukka observó con mayor detenimiento el interior del coche. Tapicería de cuero blanco, salpicadero negro, y luces del cuadro de mandos en tonos azules. El sonido del motor le llegaba como un placentero ronroneo que respondía a los deseos de Helena, quien con gesto seguro cambiaba de carril para adelantar otros vehículos y pisaba con firme suavidad los pedales. Sus manos sostenían el volante, forrado en cuero negro, con aparente delicadeza.

—Un gran coche —reflexionó Jukka en voz apenas audible.

—Ya lo creo —dijo ella sin apartar la mirada de la carretera.

—Debe de costar lo suyo.

—Personalizado y con todos los extras unos cuatrocientos mil —dijo ella observando fugazmente a Jukka.

—¡Vaya! —exclamó él sorprendido.

—Algún día te dejaré que lo lleves —dijo ella, mirando de nuevo a Jukka—. Si te interesa, claro.

Jukka la observó. Con el vestido azul, ajustado a la cintura y escotado, no podía dejar de mirarla.

—Me vas a gastar de tanto mirarme Jukka —dijo Helena riendo.

—No voy a negar que estás muy atractiva —replicó con calma—. Pero pienso que vas muy elegante y yo no.

—No te preocupes. Estás bien —a lo que añadió— Estás bien en muchos sentidos.

Jukka respiró hondo. «Quizás esta sea la mejor opción. Jana me sigue desconcertando. Nunca está. Nunca devuelve las llamadas. Su juventud y su vitalidad es una cosa, pero con Helena puedo hablar de otras cosas. Además, casualidad o no, ha estado ayudando con lo del accidente».

—Te pierdes en tus pensamientos, estimado.

—Estimado —repitió Jukka en voz baja—. Me gusta como suena.

Ella rio y siguió pendiente de la carretera. Al cabo de unos treinta minutos llegaron a la playa de San Juan.

—¡Vaya! —exclamó Jukka—. De haber sabido que veníamos aquí me hubiera traído las llaves de casa y el móvil.

—¿Vives aquí?

—Sí.

—De todas formas, esta noche eres cosa mía —concluyó Helena sin dejar que Jukka dijera nada más.

Él se encogió de hombros. Helena tenía muy claro lo que quería. Pensó que quizás se podrían encontrar a Jana. Pero por la hora que era debería estar en el hospital cuidando a alguna persona. Caminó al lado de Helena, sin decir nada. Pasaron junto al edificio donde él vivía. Siguieron caminando hasta el paseo de la playa. Helena le indicó un bar que estaba en la Avenida Costa Blanca. Un clásico en la zona.

—Aquí es.

Jukka estuvo a punto de indicarle dónde vivía, pero se quitó esa idea de la cabeza. Siguió a Helena y se sentaron en una mesa tranquila en una zona apartada de la terraza. Frente a frente. La tenue luz que iluminaba aquel rincón parecía que recaía únicamente en Helena haciendo brillar sus ojos claros. Lo mismo ocurría con su pelo negro, resplandecía. Jukka no podía dejar de mirarla.

—Para mi amigo un ruso blanco —dijo sonriendo Helena al camarero—. Para mí un gin tonic.



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